En el siglo XVIII en Madrid se construyen varios paseos arbolados, entre ellos el Paseo de los Olmos y el de los 8 hilos. Este paseo se situaba entre el Puente de Toledo y la Puerta de Toledo, uniendo el centro de la ciudad con el camino de Toledo.
Aunque hoy ya no podamos verlas en su día contaba con ocho hileras de árboles, que le daban su nombre, de estos ocho hilos arbóreos nos queda la hilera central del paseo, con sus espectaculares cedros del Himalaya (Cedrus deodara), unas coníferas de colgantes ramas color verde grisáceo. Las personas que entraran a Madrid desde el camino a Toledo cuando el paseo estaba en su plenitud recibirían una fuerte impresión, al atravesar sucesivamente el monumental Puente de Toledo e introducirse después en este paseo, ascendente, decorado con estatuas y cortado por las larguísimas hileras de árboles.
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