En el siglo XVI en la dehesa de la Arganzuela pastaba el ganado que servía de alimento a Madrid. Con la industrialización de la zona durante el siglo XIX y la construcción del actual edificio del Matadero en 1924, queda reducida a un espacio residual, donde se construye el Parque de la Arganzuela en la década de 1970, cuando la desindustrialización, lenta y progresiva, convirtió la Arganzuela en el barrio residencial que hoy conocemos.
El obelisco de estilo neoclásico que podemos ver en él es uno de los elementos más antiguos del parque, construido en 1833 para celebrar el nacimiento de Isabel II, era el centro de una gran fuente ubicada en la Plaza de Emilio Castelar. La fuente fue trasladada al Parque de la Arganzuela por el peligro que su peso implicaba en una obra subterránea, finalmente le fue retirada la fuente por la construcción de los túneles de la M-30. Tan monumental como este obelisco es el almez (Celtis australis) que encontramos en el parque, un gran árbol de frondosa copa que se destaca en el paisaje, igual que destacan los plátanos que flanquean uno de los paseos del parque, otro elemento de notable interés que, en su medida, pueden transportarnos a grandes avenidas de grandes ciudades dentro del propio parque.
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